viernes, 11 de abril de 2008


Cada vez más, el invierno será un retorno hacia las hojas húmedas, elegantes, a menos que choquen entre sí (pero si ni siquiera invaden un pequeño espacio de amontonamiento, de vigilancia). Un invierno de tres pasitos y creo que un poco más puedo, pero el viento frío y casi azul altera mi piel, y ahora sí que no me pidas más, porque la baldosa que viene está firme y me puedo caer. Pero como un invierno siempre muta al espejo de lo interno, creo, cae y se renueva, así, todo el tiempo. Son dos cosas que no se pueden separar. Repito: no se pueden separar, siempre y cuando reconozcan su ambigüedad. Porque si hablamos, el invierno vive solo y repite generalmente. Por eso es que cuando conocí a Sergio, el invierno se me vino encima. Me vestí de invierno y empecé a reir invierno. Era como no poder estornudar y tener al lado algo que te provoque esa sensación. Ni más ni menos que algo no deseado, pero tampoco elegido. Sergio nunca transpiraba ni salpicaba, por eso digo que era el invierno mismo de un barranco solo y desahuciado. Hasta creo que nunca me miró a los ojos, pero el invierno siempre está presente, y por eso hablo de él todo el tiempo.
Sergio lavaba los platos todos los días como si fuera propio de la naturaleza humana limpiar todo lo que está alrededor, y secarlos, por supuesto, siempre suponiendo que nunca se habían mojado. Y ni un salpicón, eh, porque yo nunca lavé nada, sin embargo podían pasar días sucios, los platos. A veces se me ocurre pensar que quizás la posdata de la vida sea el misterio de lo inexpresable. Y eso que yo no podía contar, era Sergio y su invierno, el cual implica sus contagios, en el que estoy involucrada viéndolo de cualquier punto de vista. Pero no quiero decir que estoy arrepentida de haber conocido a Sergio, porque dentro de todo el invierno me acompaña en algunos momentos, me abriga con lanas de mala calidad, me tumba pero me toca un poco por lo menos. Ahora que pienso, no lo veo tan mal eso de congelar y darle alfombra roja al silencio, porque por lo menos estoy con él.
En algún momento surgirá el otoño, y seguirá siendo invierno para mí y para Sergio, y creo que estamos bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sé que esto que escribiste es una obra de arte totalmente espontánea..

y eso es lo que me encanta

al leerlo genéra sensaciones muy reales..
sensaciones cubiertas por una sutileza muy rica en frases..

puedo sentir el frio que pasa entre la bufanda cada vez que lo leo..

y abraza con nostalgia.(la que sea suficiente para dar el calor que necesitemos), pero tambien te habla con palabras frías, y hace que te metas en el espejo que estás mirando..

y qué ves?..


(realmetne me gusta mucho esto que escribiste, me flasheó)

éXItoS con este blog!!
y ojala que la musa híbrida te pase a visitar seguido y escribas más
más
+
más miel por favor..


mevoy a dormir
besos

TE AMO!!!
elpelado